He aquí algunas buenas razones para no comprar el nuevo Toyota C-HR (y mejor ir por, quizá, un Corolla)
Pronto podrás acercarte a tu distribuidor Toyota y pedirles que te vendan un nuevo C-HR 2018. Quizá ya lo viste en fotos, quizá te lo encontraste en la calle y ahora que estás en la búsqueda de algo flamante que ocupe tu cochera, el C-HR parece una fantástica elección para hacerle compañía a tu jovial estilo de vida.
¿Qué tal si mejor no?
Como siempre, te recuerdo, no necesitamos más autos nuevos. Pero si resulta que tu necesidad por un medio de transporte solo se resuelve si te compras un cero kilómetros, entonces, quiero convencerte para que descartes el nuevo C-HR y trates de darle una nueva oportunidad a los olvidados sedanes.
Estas críticas al C-HR aplican para el gran número de SUV pequeñas y medianas a la venta en el mundo. Las SUV que valen la pena son más grandes, más potentes y con las verdaderas capacidades que se atribuyen a la letra “S”, sport. Por ejemplo, doble tracción.
El C-HR es demasiado caro para lo que ofrece.
El C-HR se vende en una sola versión a un precio de 360 mil pesos. En cuanto a seguridad, puedes encontrar 7 bolsas de aire y los controles electrónicos mínimos para considerarla: control de tracción, de estabilidad y ABS. Más le valía ofrecer el equipo completo para no repetir el caso del Yaris 2018.
Fuera de lo habitual, ningún tipo de característica hará que este Toyota caiga en tu lista de los top 10 autos para presumir en selfies de Instagram.
En ese rango, hay muchísimos vehículos que merecen tu consideración. Pero, para no hacer una gran y aburrida lista sobre todas las opciones del universo automotriz mexicano, ¿por qué no mirar dentro de la misma concesionaria? Ahí tenemos al afamado Toyota Corolla.
Por veinte mil pesos menos del dinero que piden por esta nueva SUV, puedes conseguirte el Corolla en el cual encontrarás un par de características extras que te podrían parecer atractivas y que para nada verás en el C-HR. Está, por ejemplo, la transmisión manual de 6 velocidades porque nada más emocionante hay que operar con tu propias manos esos 140 caballos de potencia. O si prefieres una automática, también la hay en forma de CVT, por los mismos 360 mil que piden por el C-HR. Al menos en el Corolla verás un par de paletas tras el volante, por si de pronto aparece en ti la urgencia de manipular los (inexistentes) cambios.
Al interior el Corolla es más amplio, sobre todo para los ocupantes traseros. El espacio en la cajuela es mayor, también, sobre todo cuando todas las plazas van ocupadas y debes llevar una pieza de equipaje por cada persona cuando no hay manera de plegar asientos. Además, verás un quemacocos. ¿Qué cosa más juvenil que voltear al cielo y suspirar mientras contemplas las estrellas? Hay control crucero, para hacer descansar tus pies en esos trayectos largos de autopista rumbo a tus escapadas a la playa.
Sobre el sistema de audio quizá no deberías preocuparte tanto. Ambos son muy similares, aunque he visto que el del Corolla es un poco más veloz al funcionar. De todos modos, ambos vehículos pierden pues ninguno de los dos tiene los Apple Autos o Android Carplays que tanto encanta a la juventud actual. Para eso, podrías ir con el otro vendedor japonés. O con los surcoreanos.
Construir una SUV pequeña como la C-HR es un derroche de recursos que las marcas deciden emprender solo por la popularidad de esta configuración. Mayor área de páneles plásticos y metálicos que solo deriva en mayor peso. Y la gran diferencia entre este y el modesto Corolla es que en uno debes levantar la pierna más alto solo para entrar. Y esos 20 mil pesos extra.
Cuesta trabajo creer que la única cualidad que propone el C-HR es ser más atractivo que los demás.
Un SUV pequeño brinda menos beneficios de los que crees.
Cuando se habla de SUV existen ciertos supuestos que justo están grabados en esa sigla. El Toyota C-HR es, claro, un vehículo. La utilidad y lo deportivo son lo que ponemos en duda.
Si vives en una zona rural donde el acceso es complicado, necesitarías un automóvil capaz de cruzar. Y a pesar de la altura añadida, el C-HR no sería el apropiado pues no hay doble tracción y tampoco tracción integral. Quizá dirás que la distancia sobre el suelo es útil en estas calles maltrechas de las ciudades en México. Sin embargo, dudo muchísimo que el espacio libre bajo la carrocería te sea verdaderamente útil pues es poco probable que te topes con obstáculos que resulten imposibles de sortear. Y de cualquier manera, no serás inmune a baches o topes, pues aún tienes grandes rines de aluminio y una suspensión stock que debes cuidar.
El offroad es parte de esas pretensiones inscritas en los automóviles que se describen como sports utility vehicle. Y el C-HR no cumple, simple. Podrías usar menos dinero al comprar un sedán que tampoco querrás –ni podrás –llevar a la cima del Iztaccihuatl.
Probablemente aún te sientes con ánimos de defender a estas camionetitas y les otorgues a su altura un punto a favor de tu seguridad. Porque nada podría hacerte sentir más a salvo que esa posición de manejo dominante sobre el camino y la capacidad de ver por encima del resto. La cosa está en que, con lo mucho que se venden las SUV, verás que en la calle ya pocos sobresalen del nivel de los demás. Con todos los vehículos a la misma altura, esa supuesta superioridad se elimina.
Y he aquí un detalle del C-HR que en definitiva pone en detrimento la visibilidad. ¿Ya viste ese pilar trasero? Imagina ir en reversa y tratar de estacionarte con ese panel metálico añadiéndole un nivel innecesario de dificultad. Y sin sensores de reversa o cámara –cámara que sí hay en el Corolla –todavía peor.
En lo utility, este nuevo Toyota también te decepcionará. Es poco lo que cabe en el interior y aunque trates de resolver esa falta de espacio enganchándole un remolque descubrirás que el C-HR, nuevamente, no es el coche apropiado para la labor pues con ese motor 2.0 y sus 140 y tantos caballos a penas puede con su propio cuerpo.
Al final, estas pequeñas SUV son solo hatchback cualquiera que corren en zancos.
Es solo otro aburrido objeto más con ruedas.
En resumen, bien podrías ver al C-HR como otro Corolla en el camino. Claro, un Corolla que resulta más pesado, más lento, más caro y menos espacioso.
Cuando estamos en la búsqueda de un automóvil nuevo nos damos a la tarea de crear un elaborado discurso racional sobre la elección final. El problema está en que, a la hora de elegir productos como el C-HR, los motivos en la lista distan mucho de lo racional. Al final, la decisión se basa en un simple impulso pasional: el “me gusta”.
Está bien comprar un automóvil porque te gusta. Está bien inclinarse hacia lo emotivo y hacer que lo apasionante de un vehículo sea lo único que respalda tu decisión para pagar por él.
La cosa está en que muchas de las compras pasionales se hacen por automóviles que te devuelven el favor. Un convertible, por ejemplo, se compra por darle más peso a lo que pide el corazón. Pierdes practicidad y rigidez estructural a cambio del privilegio de andar sobre la calle a cielo abierto. ¿Qué te dará el C-HR a cambio para que ese ángulo emocional quede satisfecho?
Nada de excitante hay en un C-HR. Aunque, sinceramente, tampoco en un Corolla.